jueves, 14 de julio de 2011

¿MAL MENOR?

Subimos esta nota publicada en Patria Argentina de julio de 2007 pues con referencia al tema electoral las cosas no han cambiado en lo mas mínimo, es mas, la cuestión continúa igual o peor con referencia a dicho tema. Muchos se contentan por la circunstancial derrota de la Kirchner y sus laderos en la Capital Federal pero la realidad es que el sistema se fortalece cada vez mas en base al juego dialéctico falso y que las perspectivas dentro del mismo  -gane quien gane - pintan un horizonte de mayor dependencia de los centros de poder internacional, así como en el orden interno y cotidiano de todos los argentinos, mayores problemas especialmente en el orden económico-social. Ya sabemos que el ciclo de parches sobre la economía capitalista va llegando a su fin y un nuevo ciclo de crudo liberalismo económico es lo que se avizora en el horizonte. Reproducimos el articulo mencionado pues puede llegar a ser una guia esclarecedora en especial para el ambiente católico donde esa tesis es seguida a pie juntillas.

Consideración moral
La doctrina católica según lo confirma el Catecismo afirma que obliga a la conciencia practicar el bien y evitar el mal (CEC 1706 y 1777) y que “nunca está permitido hacer el mal para obtener un bien” (CEC 1789).
Sin embargo en determinadas circunstancias y bajo causales excepcionales es lícito la tolerancia del mal si se sigue prudencialmente de ello un bien mayor. De ello se desprende:
·       Es lícito la tolerancia, jamás la opción o elección por el mal.
·       Debe procurarse un bien mayor como requerimiento para la licitud del acto.
·       Debe constituir una excepción.
·       Se requiere de un juicio de la razón práctica, o sea la luz de la virtud de la prudencia.
Para ello se hacen necesarias ciertas condiciones:
·       Clara conciencia de la naturaleza del mal, de forma de determinar concretamente que lo se tolera como “mal menor” efectivamente sea tal.
·       Definición del fin y del bien mayor a alcanzar, pues jamás puede ser el mal un fin por más menor que este sea.
·       Rectitud de la voluntad hacia el fin a alcanzar determinado por la razón práctica, libre de vicios como la pereza, el miedo, la indiferencia o algún tipo de coacción interna o externa
Consideración política
Frente al problema del “mal menor” es preciso distinguir, por un lado, la doctrina del “mal menor” y por el otro, el “mal menor” como táctica política. Táctica que consiste, si bien no en la teoría pero sí en la práctica, en la propuesta de aceptar u optar por males menores para evitar males mayores, como un modo de participación política y que, entre otras, puede revestirse de las siguientes formas:
·       El “entrismo” en los grandes partidos de masas, como ser el caso del peronismo.
·       La conformación de partidos o alianzas políticas para minar el sistema desde dentro o como voto testimonial frente al sistema.
·       El voto útil, optando en las elecciones por el menos malo de los candidatos con reales posibilidades de triunfar.
Consideración histórica
El “mal menor” como postura política ha sido tradicionalmente defendido por el catolicismo liberal o la democracia cristiana, como intento de conciliar la Doctrina Social de la Iglesia con los principios y los métodos del sistema político vigente desde la Revolución Francesa (y ahora con el triunfo de la Masonería).
Si bien no acepta todos los principios teóricos que dan origen a la democracia moderna, no pretende una lucha frontal contra el sistema. Por el contrario procura integrarse en él, a través de los mecanismos que el mismo régimen le ofrece, conformándose para tal caso en la defensa de un programa mínimo que incluya, por ejemplo: la defensa de la vida, de la libertad religiosa y el bien material de la Iglesia.
En consonancia ya no ve la necesidad de predicar ni de obrar activamente en pro del Reinado Social de Cristo, sino de buscar canales de diálogo, de consenso, de reconciliación y de pacificación en un marco de mutua tolerancia en nombre de la sana laicidad, la Civilización del Amor o la Nueva Cristiandad. Lineamientos que ciertamente despiertan la simpatía de gran parte de la jerarquía eclesiástica a juzgar por el tenor de los últimos pronunciamientos magisteriales sobre el tema, como ser el caso del Compendio de Doctrina Social de la Iglesia.
Conclusión
No podemos dar razones demostrativas en contra del “mal menor” como táctica política, excepto juzgar sus nulos resultados, ni pretendemos emitir un juicio moral sobre quienes defienden tal postura. Pero sí encontramos razones de conveniencia para oponerse al mismo en la situación particular de la Argentina, y que podríamos sintetizar de la siguiente manera:
·         De la obligación de participar políticamente, no se sigue el que deba hacerse dentro de los mecanismos propuestos por el mismo régimen anticristiano que se pretende derrotar.
·         La abstención electoral o el voto negativo en cuanto tal, no es un bien en si mismo; sin embargo de suyo no se sigue que sea preferible el voto positivo, cuando de ello se alimenta precisamente el sistema para aducir su legalidad y legitimidad,
·         No puede juzgarse como bien mayor la preservación de la legalidad o constitucionalidad del régimen, porque precisamente, en la legalidad y constitucionalidad del régimen - esencialmente anticristiano y perverso, e intrínsecamente liberal-masónico – es donde radica el mal mayor y del que brotan los otros males que pretenden evitarse; lo que a su vez, de suyo implica una decidida opción por el mal.
·         El “mal menor” como táctica política, que sólo podría ser legitimado en una circunstancia excepcional, se convierte así en cotidiano y permanente  y el cual, por efecto de acumulación y retroalimentación, hace que en el devenir histórico el mal menor se convierta en mal mayor, al desembocar irremediablemente en aquellos males que se pretenden evitar.
·         La táctica del “mal menor” ha demostrado su ineficacia a los fines de alcanzar el poder o reducir los males propios del sistema imperante, a juzgar por la situación actual y sin precedentes de descristianización acelerada de la sociedad nacional.
·         La experiencia asimismo no sólo demuestra la ineficacia del voto testimonial o el intento de cambiar el sistema desde adentro sino que, por el contrario, cualquier intento de esas características ha sido absorbido, infiltrado o malogrado por el sistema y en beneficio del sistema.
·         El voto útil señala incluso contrariedad con respecto al postulado del “mal menor” como táctica política, pues implica optar entre los candidatos con más chances para triunfar y desechar a priori mejores candidatos por el sólo hecho de que no van a vencer.
·         No puede disimularse la responsabilidad que en gran parte le corresponde a la jerarquía y a laicos católicos, por la prédica y la sugerencia de la práctica rutinaria de la opción por “el mal menor” como solución política, pese a que solamente produjo reiterados fracasos, sin ningún éxito que contabilizar en beneficio de la misma.
·         En síntesis, la aplicación constante, durante décadas, de la “doctrina del mal menor”, como solución u opción política, ha producido un único y exclusivo resultado: un gran mal mayor para el destino de la Nación y ha representado y representa el camino más eficaz de la cada vez más profunda decadencia Argentina.

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