sábado, 14 de diciembre de 2013

EL NACIONALISMO ARGENTINO Y TREINTA AÑOS DE MISERIAS




Acabamos de ser espectadores de un macabro festejo. Macabro por una celebración donde la oligarquía política miraba para otro lado mientras compatriotas caían bajo las balas. Y macabro porque no hay nada que festejar. No se festeja la incultura, la extranjerización, el mundialismo, el pago de una deuda injusta e inválida por haber sido instrumento de dominación; no se festeja el crecimiento de la pobreza, la desnutrición


como no se celebra el vaciamiento de la industria auténticamente nacional o la desaparición de proyectos hegemónicos en todos los campos.

Pero quizás lo más grave de todo ha sido el triunfo del más salvaje individualismo: ya no se piensa en Nación, en un sentido comunitario elemental, en un destino común, en un pasado donde héroes, luchas y símbolos conforman la raíz histórica que nunca debe abandonarse. Nuestros niños y jóvenes crecen, generación tras generación, sin tener estas nociones esenciales.

En estos treinta años el Nacionalismo Argentino ha sufrido este proceso desintegrador. Malvinas ha sido el Versalles, y esto se paga. Y lo estamos pagando con sangre. Pero esto tendrá un final, no será eterno, y si humanamente todo indica que no hay signo alguno ni posibilidad de victoria… también es humano pensar que la esperanza jamás debe perderse, que no manejamos las variables de la historia, que los imperios caen, que las potencias son vencidas, que los sistemas se quiebran, que no hay regímenes perfectos y perennes. Todo puede caerse en el momento menos pensado. Y allí debe estar el Nacionalismo organizado.

Pero en estos treinta años el Nacionalismo Argentino se ha atomizado como nunca luego del quiebre sociopolítico que significaron los últimos levantamientos militares. Nuestro ejército nunca fue nacionalista, por el contrario, ha sido liberal con las excepciones de fracciones y líderes bien conocidos. Y los resultados están a la vista. El factor Fuerzas Armadas no existe. La realidad del Nacionalismo es hoy la de quien no cuenta más que con lo propio: músculo, cerebro, ideas.

Ha pasado el tiempo de la militancia convencional, de aquella que se hacía en base a pintadas, volantes o periódicos. Hoy se convoca a un acto y tres o cuatro organizaciones apenas logran juntar un centenar o menos de adherentes. Lo virtual ha superado aquella militancia, es evidente. Se impone repensar, replantear y adecuar los medios para que la idea de una Nación como matriz integral supere al salvaje individualismo que ya mencionamos.

Hay nacionalistas en todas partes, aunque no se reconozcan como tales. Hay reservas en todos los ámbitos. Y no olvidemos algo fundamental: el peor enemigo político del orden mundialista no es Greenpeace, las organizaciones de Derechos Humanos, el Partido Obrero o cualquier representante de la oligarquía política. El peor enemigo político del mundialismo es el Nacionalismo. Y ellos lo saben.


Hernán Capizzano

2 comentarios:

Anónimo dijo...

ES CIERTO QUE LOS SISTEMAS COMUNICACIONALES HAN CAMBIADO MUCHO PERO LA MILITANCIA REAL SE DA EN LA CALLE NO EN UNA COMPUTADORA...CON LO DEMAS ESTOY DE ACUERDO

Juan Manuel dijo...

El músculo, el cerebro y la idea carecen de relevancia sin la palabra. De igual modo, el voluntarismo callejero o informático sin organización política con sentido y objetivos concretos. la construcción orgá-nica de la militancia es priori-taria.